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Sir Paul Dukes


Otro día, llegó a clase Isabel con un libro fotocopiado debajo del brazo y dijo: “Encontré esto casa. Te lo dejo para que le eches un viztazo.”. Lo dejé ahí en mi mesa un semana para que reposara, hasta que un día cuando los alumnos ya se habian marchado, lo abrí. Como en cualquier obra, las primeras líneas suelen ser fundamentales, pueden atraparte o hacerte dejarlo para siempre.


 “Este libro ha sido terminado en las montañas de Himalaya, que ha sido la fuente de todo lo que contienen las páginas que siguen.”

Afirmación contundente para un estudiante de yoga al que le gusta imaginarse en una línea sucesoria de conocimiento y experiencias que datan de milenios atrás. Y apesar de que este linaje se haya ensanchado enormemente y de maneras a veces poco creíbles no deja de ser una referencia. Es como mirar hacia atrás y ver algo que que te señala que estás en el camino correcto. Pues este libro fue una pequeña luz que brilló en el espejo en un final de un día que no fue muy diferente de la mayor parte de los días.


Para un yogi que vive en familia, que intenta conciliar la vida cotidiana con las exigencias de la práctica de yoga, que intenta ver en lo cotidiano lo espiritual que los maestros señalan, las palabras de la segunda página fueron muy reconfortantes:


 “El Yoga más sublime no implica necesariamente  al retirarse del mundo a una reclusión segura, aunque libre de todas comodidades. Es fácil retirarse del mundo si estamos dispuestos a rehuir todas las responsabilidades y para algunos ésta es la ruta necesaria, gracias a la cual son respetados y venerados. Pero el Yoga, en su aspecto más elevado, nos enseña como enfrentarnos con la vida, vencer sus tribulaciones y peligros, sin dejarnos dominar por sus placeres pasajeros y sus tesoros perecederos.  Nos enseña a no ensimismarnos en nosotros mismos, sino a “enfrentarnos con el triunfo y la desgracia y tratar del mismo modo estas dos facetas de la vida”.  En este alto nível el Yoga nos enseña  cómo vivir en el mundo sin vivir del mismo. El verdadero significado del Yoga, es la conquista de sí mismo, el dominio del pensamiento y de las emociones.”

Su autor, Sir Paul Dukes, es un inglés nacido en 1889 (el mismo año que Krishnamacharya) y cuya principal ocupación fue la de espía, ejerciendo principalmente en la antigua Unión Soviética, justo después de la Revolución bolchevique de 1917. Por esos servicios recibió el titulo de “Sir” que para los ingleses es un honor difícilmente superable. Lo enviaron a esa zona del globo porque en su juventud estudió musica en el antiguo imperio Ruso y Letonia. Al inicio del siglo XX existía una corriente espiritual que se estaba poniendo de moda que era liderada por la sociedad teosófica (teología + filosofía) cuya líder era la ocultista Madame Blavatsky. En ese ambiente conoció a sus primeros maestros de yoga cuyo nombre no revela. Conservó estas enseñanzas durante muchos años hasta que la vida le permitió bucear en el estudio y práctica de yoga en India y otros paises. Su salud se lo estaba pidiendo a gritos. Los ejercicios de Hatha Yoga asociados a ayunos regulares y prolongados le devolvieron la vitalidad. Sin embargo, se da cuenta del peligro de dedicarse sólo a la parte física del yoga.


"Más tarde, aprendi y lo vi personalmente, tanto en Europa como en la India que el dedicarse demasiado exclusivamente a los ejercicios físicos del Hatha Yoga puede conducir, a veces, a resultados negativos. Esto es cierto, especialmente cuando la principal esperanza es adquirir poderes sobrenaturales, cosa que suele ocurrir a muchos jóvenes que solamente se sienten dominados por esta faceta de la enseñanaza. Estos poderes son como fuego si se persiguen con demasiado ahínco, y pueden llegar a destruir al desgraciado buscador que logra despertar el fuego."

Entonces es necesario indagar hacia adentro. Ver cómo todo lo que existe es apenas una sombra de la realidad. Los hindús llevan milenios afirmando que todos vemos la vida a través de un velo (maya/ ilusión) que no nos permite ver las cosas como son. La impermanencia es total. Todo lo que ves y sientes no es real porque tiene un principio y un fin. Sólo lo que no tiene principio ni fin es absoluto, Brahman.


"Es sabido que se precisa una fracción medible de tiempo para que las impresiones del mundo externo lleguen al ojo, queden grabadas en la retina y sean transmitidas por el nervio óptico hasta el cerebro y causen el impacto necesario en la masa encefálica, y finalmente reciba la adecuada interpretación que constituye el reconocimiento. Por lo tanto, es completamente  imposible para nosotros vernos tal como somos, pues no vemos tal como  éramos hace una fracción de tiempo pasado."

Así es que, aquello que tú piensas que eres, es un espejo de lo que eras hace un momento. Incluso el dolor físico es el dolor de hace un momento. Esta forma de presentar la relatividad de la existencia es un apuntador hacia lo que podemos llamar la Verdad (con V mayúscula). Es una invitación a sentarse y mirar. Los upanishades son el zenit del Vedanta, filosofía india que se basa precisamente en estas ideas. La palabra upanishad significa exactamente “sentarse más bajo que otro”. Es el discipulo el que se sienta para escuchar el maestro porque todos estos textos son conversaciones entre estos dos.


Sir Paul Dukes lo ha entendido y fue su práctica la que lo ha llevado a este entendimento. ¿Quién soy yo? es la pregunta fundamental. La respuesta es fruto de una indagación que cuestiona todas las capas de indentificación del Yo. Yo no soy el mismo que antes. Si yo no fuera profesor ¿seguiría siendo yo? ¿Seré yo al que le gusta la playa? Eso no (neti), eso no (neti). Incluso surge la cuestión: ¿Y si no me llamara Nuno? ¿Seguiría siendo yo? Eso no (neti), eso no (neti).


¿Dónde está el sentido de identidad y continuidad?  […] Lo único que siempre es lo mismo es el nombre. Por ello nos perguntamos: ¿qué significa el nombre? Y también este significado nos vemos obligados a arrojarlo por la borda. ¿Qué queda? Nada. ¿Nada? Así es. Y esto es exactamente lo que es el “Yo”... Nada. Y sin embargo, donde no hay nada, Nada se convierte en Todo, !de modo que el mismo espíritu de justicia podemos decir que “yo” es Todo!

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