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Armonía de los opuestos



El crepúsculo de una tarde de verano en un arenal vacío es una experiencia siempre intensa y reveladora caracterizada por una sensación de paz y bienestar. Este momento del día tiene la particularidad de unir el día con la noche y representa un concepto desde siempre presente en el yoga: la integración de los opuestos.


A semejanza del famoso principio chino Yin-Yang también el yoga, a través del concepto Ida y Pingala, busca unificar los principios energéticos masculino y femenino existentes dentro de cada ser humano.


Los textos muy antiguos de la ciencia del yoga especifican que con la práctica los pares de opuestos se desvanecen y que en el estadio último del yoga transcendemos el día  y la noche superando las limitaciones impuestas por el propio tiempo. Los científicos contemporáneos exponen con mucha contundencia que nuestro cerebro tiene la capacidad de resolver  la dialéctica entre contrarios de desigual peso llegando a un compromiso estable entre ellos,  se llama homeostasis.


El yoga es así una búsqueda de equilibrio entre estas fuerzas opuestas que existen dentro de nosotros. Equilibrio entre la fuerza y la flexibilidad, la acción y la inacción, el silencio y la palabra, el movimiento y la quietud, la expansión y la contracción, el calor y el frio, el amor y el odio, el bien y el mal.


Cuando estiramos nuestros músculos necesitamos anclarlos en algún sitio, para inspirar profundo tenemos que saber exhalar, después de arquear la espalda hacia atrás debemos hacer una larga flexión hacia adelante. Todas estas manifestaciones físicas en la práctica de yoga tienen una repercusión interna, mental y/o emocional. Aprendemos que relajarse implica mantener tu concentración, que ausencia de estrés no es necesariamente no hacer nada, que amar a alguien también implica ser serio y a veces severo.


Carl Jung decía que para ser un ser humano ser feliz, se necesita aprender a integrar los opuestos y que el primer paso para que cada persona encuentre su luz es enfrentarse a su propia sombra.  Así es que, para que el yoga se haga efectivo en nuestras vidas tenemos que superar nuestra pereza y nuestras dudas, relativizar nuestras limitaciones físicas y apartar nuestros prejuicios sobre lo que podemos o no podemos hacer.  Uno debe  tener confianza en que sus opciones son válidas y le traerán beneficios. Cuando uno se casa con alguien debe hacerlo con la convicción de que será para toda la vida. Solo así puede el amor crecer, madurar y convertirse en algo mayor que uno mismo y hacerte feliz sin condiciones.


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