Meditación según la Neurociencia
- Nuno de Oliveira

 - hace 11 minutos
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En el libro de Nazareth Castellanos, La neurociencia del cuerpo, se habla de la relación (o correlación) entre las frecuencias neuronales del cerebro y la meditación. La metáfora que usa para el funcionamiento cerebral es la sincronización de un ejército de luciérnagas :
La belleza del espectáculo no reside en el destello rítmico de una sola luciérnaga, sino en la coreografía de luces que crean miles de ellas. Su belleza y su poder residen en el grupo. La comunidad es más importante que la comunicación. Lo que se observa, cuando el turista está en si-lencio, no es un conjunto de luces emitidas por las luciérnagas de forma independiente, aleatoria, sino la sincronización de una agrupación de luciérnagas que, acopladas a diferentes ritmos,dibujan con su luz complejos patrones similares a los bailes de las bandadas de pájaros en el aire o los bancos de peces en el mar. Las luciérnagas, los peces o las aves se orquestan, se regulan entre sí. Se dice, en este caso, que se sincronizan.
Los millones de neuronas de la víscera alojada en el cráneo emiten impulsos eléctricos en cinco frecuencias diferentes. Se miden en Hertz (Hz) por segundo. Una frecuencia de 10 Hz significa que esa neurona emite, en ese momento, 10 impulsos eléctricos cada segundo. No todas emiten en la misma frecuencia. Suelen existir frecuencias dominantes, pero siempre hay neuronas emitiendo 4 Hz mientras otras lo hacen a 30 Hz.
Las cinco frecuencias, hoy aceptadas por casi todos los neurocientíficos son:
Delta – 1 a 4 Hz
Theta – 5 a 8 Hz
Alfa – 9 a 12 Hz
Beta – 13 a 30 Hz
Gamma – >30 Hz (puede llegar a 150 Hz)
Cada frecuencia tiene una serie de cualidades asociadas, aunque, reitero, todas las frecuencias funcionan a la vez.
Delta – Sueño profundo
Theta – Sueño, acceso al inconsciente, creatividad
Alfa – Calma, relajación.
Beta – Alerta, concentración
Gamma – Cognición, atención.
La cuestión ahora es ¿qué sucede cuando meditamos?, y ¿las frecuencias dominantes influencian es estado meditativo?
Existe una relación clara entre estados de calma y la frecuencia alfa. Hay evidencia de que la meditación incrementa esa frecuencia. Parece que lo que sucede es que cuando intentas concentrarte las ondas alfa funcionan como inhibidores de distracciones. Estas son las que sobrecargan nuestro cerebro y generan estrés y estados de ansiedad. La meditación nos enseña a enfocarnos. Cuando nos volvemos meditadores expertos ya no hace falta eliminar distracciones. Los estados de profunda concentración se vuelven más comunes y eso necesita frecuencias más elevadas. Los estados místicos, transcendentes están directamente asociados a las ondas gamma. En palabras de la escritora:
Cada intento por atender al momento presente y observar la respiración, por ejemplo, supo-ne la cooperación de millones de neuronas que sincrónicamente oscilan en ritmo alfa generando una barrera de contención de la información que se crea en el cerebro de forma involuntaria y que hemos estimado en ese momento como irrelevante; todo ello sin que seamos conscientes de tal batalla. El cerebro del meditador novato se ve desbordado ante una avalancha de distracciones que hasta ahora acampaban libremente. A la vez que la persona adquiere experiencia y poco a poco va controlando su atención, se refuerzan simultáneamente los mecanismos de aprendizaje neuronal en la oscilación alfa, generándose patrones de contención de las distracciones más eficientes. El proceso de aprendizaje de la meditación supone un incremento significativo de las ondas alfa cerebrales. Cuando el meditador ya ha alcanzado el grado de muy experto, las ondas alfa se re-tiran. Ya no hay interferencias que detener. Para ello ha debido acumular más de diez mil horas de meditación. Los demás nos conformamos con una barrera de oscilaciones alfa que protegela atención de las constantes distracciones.
Parece que cuando nuestra mente está absolutamente enfocada (eso no significa estados agitados, lo contrario, puede estar asociado a una calma contemplativa) el número de impulsos crece. Es como si el parpadeo de las luciérnagas creciera de forma abrupta en medio de toda la sincronización grupal sin que eso significase ninguna alteración de las condiciones externas (no hay peligro, no hay fuego ni depredadores, es solo una crecida de la presencia).
Conclusión. El 99% de los seres humanos meditamos para eliminar distracciones y la frecuencia alfa es la deseada. También es importante que todo esto no son compartimentos estanques y que dependiendo del tipo de meditación que alcances (y muchas veces no eliges) potencias una frecuencia u otra. Es el lenguaje del cerebro. No existe una frecuencia potencialmente mejor que la otra. Narazeth cita a Kierhegaard para explicarlo: “El significado de un lenguaje es su uso.” Puedo usar el lenguaje para estudiar a Cervantes o insultar al prójimo. Yo elijo.
En realidad la frecuencia en que estás cuando meditas no importa desde el punto de vista del meditador. Tú simplemente sientes/percibes si tu práctica te ha llevado hacia un lugar mejor de aquel donde estabas, o no. Sin embargo, está bien saber que es lo que está pasando cuando te sientas en silencio y saber que eso es bueno para ti.







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